Los seres humanos tenemos una necesidad primordial de encajar entre grupos de personas y necesitamos sentir que somos personas «normales». Para ello, en muchas ocasiones, ocultamos lo que sentimos o pensamos para no parecer raros ni crear situaciones incómodas. Sin embargo, con el tiempo, todo el mundo llega a saber cómo eres porque las mentiras no se pueden alargar toda la vida.
A veces puede ser difícil actuar como crees y ser vulnerable, pero al final es lo mejor para ti y para los que te rodean. Cuando aprendes que no tienes que gustarle a todo el mundo y que quien te quiera debe hacerlo por cómo eres realmente, te ocurren muchas cosas increíbles.
7 Cosas que ocurren cuando te dejas de preocupar por lo que piensen los demás
Te sientes en paz contigo mismo
Habías olvidado vivir para ti y que la única persona que tenía que aprobar lo que hacías eras tu misma. Cuando consigues aprenderlo, comienzas a quererte a ti mismo y a sentirte a gusto.
Tu círculo de amigos se reduce
Dejas de valorar la cantidad y comienzas a valorar la calidad de tus amigos. Empiezas a distinguir entre conocidos y amigos y comienzas a darle a esos amigos el tiempo, el aprecio, el amor y la atención que el dinero no puede comprar.
Eres empático
Antes ocultabas tus emociones para parecer fuerte y decisivo y que la gente no pensara que eras débil perdiendo la capacidad de ponerte en la piel de otro.
Ahora has aprendido que debes ser empático y con ello has conseguido ver el mundo con nuevos ojos. Te vuelves más vulnerable y abierto y aprendes mucho de los demás.
La gente comienza a gustarte
No necesitas la aprobación de nadie para tener una opinión y eres igual de real para todo el mundo. Le gustas a la gente porque no temes al conflicto y enfrentas todo con mucha valentía.
Te vuelves más real
Has estado fingiendo durante mucho tiempo para poder tener la aprobación de todo el mundo. Consigues tenerle menos miedo a la opinión de la gente y dejas de vivir con tanto secreto y vergüenza. Te vuelves real y consigues sentir una libertad increíble.
Eres una prioridad
Aprendes que solo podrás dar amor si primero te amas a ti mismo. Donde antes ponías el bienestar de los demás primero, ahora te pones a ti. Sabes que no podrás conseguir que alguien esté bien si tú no lo estás.
Eres mucho más feliz que antes
Comienzas a sentir que cada instante es el más feliz que has tenido. Te has liberado de la presión y has conseguido ser feliz con las cosas que nos regala la vida sin necesidad de que a otra persona le parezca bien lo que haces o como eres.
Esto es solo el comienzo. Has recorrido un largo camino y has aprendido mucho. Ahora puedes tomar decisiones y arriesgar en aspectos que nunca hubieses imaginado. Y lo más importante, puedes ser muy feliz ya que no depende de nadie más que de ti mismo.