Durante años, Hollywood nos ha llenado la cabeza con falsas ideas sobre el verdadero funcionamiento del comercio sexual.
Si has visto películas como Risky Business o Pretty Woman, entonces lo más probable es que tengas una visión romántica de lo que es estar a merced de cualquiera que esté dispuesto a pagar un precio lo suficientemente alto.
Sin embargo, no hay nada glamuroso en este tipo de empleos tal y como cuenta Alice Little.
Alice Little trabaja en el Moonlite Bunny Ranch de Nevada, un estado donde el trabajo sexual es legal. Con su 1,40 de altura, la nativa de Nueva York es toda una estrella de la industria del sexo por dinero, industria en la que ha estado involucrada la mayor parte de su vida.
«Aunque es fácil asumir que mi trabajo es principalmente tener sexo, es una idea que no podría estar más lejos de la realidad. Lo que realmente estoy vendiendo es mi intimidad«.
Sin embargo, esa idea de ‘intimidad’ se pierde cuando ella describe lo que su trabajo requiere diariamente. «Imagina estar en fila, hombro con hombro, junto a 20 o más mujeres increíblemente hermosas, todas compitiendo por ser ‘elegidas’ por el mismo hombre«.
«Es estresante, ¿verdad? Ahora imagina hacer eso durante 12 o 14 horas al día, cinco días a la semana. En pocas palabras, ese es mi trabajo».
Esa formación es algo típico en prácticamente todos los burdeles legales. Básicamente, el cliente puede elegir su musa de entre un catálogo de mujeres.
Alice tuvo un comienzo algo complicado. Durante su primera negociación, ella admitió que estaba tan nerviosa que temblaba como un flan.
«Estaba muy nerviosa. Por suerte, durante nuestras primeras experiencias, se nos empareja con una chica con más experiencia. Ella actúa como una hermana mayor. Se queda con nosotras durante la primera negociación y nos da una serie de clases antes de empezar».
Con sus poco más de 20 años, Alice tiene relaciones dos veces al día. «Cuando suena la campana, significa que tenemos invitados que quieren nuestra presencia. Entonces nos ponemos en fila, sonreímos y decimos nuestros nombres sin movernos demasiado (se considera irrespetuoso para las otras chicas, pues es algo así como ‘juego sucio’)».
«A continuación, el invitado se acerca a la chica que elija y ella lo lleva hasta su suite para negociar.»
«En ese momento, hablamos sobre las experiencias que les gustaría probar y de sus fantasías. Luego acordamos un precio y nos dirigimos a la oficina para iniciar la fiesta». Si bien este sistema puede parecer bastante degradante, en realidad es muy exitoso. En su primer año, Alice recaudó 543.000 dólares.
Aunque esta suma puede parecer muy atractiva, se ve considerablemente reducida debido a que la casa en la que trabaja se lleva el 50% de sus beneficios.
Aún así, el dinero no es lo que hace que Alice se vaya a la cama con desconocidos todos los días:
«Entonces, ¿qué significa ser una trabajadora sexual legal? Significa pasar incontables horas de mi vida que nunca recuperaré haciéndome la manicura. Significa gastar más de 2.500 dólares al año en condones y lubricantes. Significa ser estigmatizada y degradada. Pero también significa lo mejor que he hecho en mi vida«.
«En mi trabajo actúo como psicóloga, como entrenadora sexual y como sexóloga, todo en uno.»
«Cuando no trabajo, continúo educándome sobre temas de sexualidad, psicología y sociología, leo libros, veo conferencias y vídeos…»
Ella es consciente de que su trabajo está fuertemente estigmatizado por la sociedad. «El trabajo sexual es un servicio público, pero no uno con el que la sociedad se sienta cómoda.»
«A medida que avanzamos, la actitud de las personas puede ir cambiando.» ¿El trabajo sexual es adecuado para ti? Nadie puede tomar esa decisión por ti, pero comprender que la industria es más de lo que la gente ve a primera vista es el primer paso para pensar de manera diferente sobre el tema y cómo afecta a la sociedad».