Se extiende por las redes la técnica de Luis XIV para poder defecar bien que marcó tendencia en la historia

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A veces creemos que los reyes no son personas «reales», normales y corrientes como todos los demás. Pero historias como ésta, la del rey francés Luis XIV, nos recuerdan que tienen los mismos problemas que otro cualquiera, y a veces incluso peores.

En 1686, Luis XIV tuvo una fístula anal, un bulto tan doloroso en el trasero que no podía ni sentarse. Gracias a los documentos médicos encontrados, sus suplicios para defecar pasaron a la historia, así como su cirujano, Charles-François Felix, ya que los cuatro enemas diarios y las aplicaciones de lociones que le recetaron fueron insuficientes.

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A día de hoy, una operación de este tipo no tendría demasiada importancia, pero en aquella época, incluso la operación más simple podía causar la muerte del paciente. Aún así, el cirujano Charles-François Félix convenció al rey para someterse a la cirugía, una incisión bastante dolorosa, pero que apenas duraba unos pocos minutos.

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Tras esta decisión, el cirujano requirió seis meses para perfeccionar su técnica, en los que operó a diversos indigentes de París, la mayoría de los cuales terminaron en el cementerio.

Pero para lo que sí sirvió fue para que Charles-François Félix desarrollara algunos instrumentos específicos, entre ellos, un cuchillo doblado extendido por un estilete y cuyo borde estaba cubierto con una tapa de plata para que no doliera al introducirlo en el ano.

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La operación finalmente tuvo lugar el 18 de noviembre de ese mismo año en el Palacio de Versalles, totalmente en secreto, con el fin de no debilitar la posición del rey y de su corte. El éxito de la operación fue tal, que al día siguiente el rey pudo recibir a los embajadores, y llegada la primavera, ya estaba montando a caballo.

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El cirujano Charles-François Félix adquirió una gran fama, pero nunca volvió a coger un bisturí. A cambio del gran éxito de la operación recibió tierras, dinero y un título: Charles-François Félix de Tassy.

Pero lo peor fue que desde ese momento, todo el mundo quería operarse las fístulas anales, incluso aquellos que no las tenían. Se convirtió en toda una tendencia aristocrática.

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Lo más destacable que se puede sacar de esta historia, es que gracias a ello, la visión general de la sociedad sobre la cirugía mejoró notablemente, y ser cirujano se convirtió en una profesión admirada.

Fuente: wikipedia / resolviendolaincognita
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