Sabemos que la religión esconde grandes secretos que llevan ocultos muchos años. Pero de vez en cuando sale alguno a la luz y nos demuestra que en muchos casos la realidad supera a la ficción.
Esto ocurrió con los registros del convento de Sant Ambrogio, que después de casi un siglo y medio ocultos, sacaron a relucir todas las tinieblas que escondía.
Sexo, asesinatos y ritos lésbicos en un convento
En 1806, una famosa moja llamada María Agnese Firrao, tenía, según sus confesores, los estigmas de Cristo en sus pies, manos y cara. Las heridas eran tan llamativas que tanto obispos como cardenales acudieron a visitarla.
Sin embargo, a la inquisición no le hacía ninguna gracia que existiera un santo vivo, que además fuera una mujer. Así que en 1846, la hermana fue declarada de falsa santidad y conducta lasciva con su confesor, por lo que la desterraron a un lejano convento.
Así comenzó todo
Y entonces apareció la figura de la princesa Katharina Von Hohenzollern, quién abrazó la fe católica en 1834, y denunció el convento de Sant Ambroggio della Massima en 1859 por falsa santidad, perversión sexual y asesinatos.
La historia fue así. Cuando su segundo marido murió, la princesa decidió implicarse por completo en la religión católica y entrar en un convento. Con la ayuda de su padre, se decantó por el de Sant Ambroggio.
En el convento no todo era fe
Al poco tiempo de entrar, ya se dio cuenta de que una joven, maestra de novicias y Madre vicaria, Sor María Luisa, era la que lo manipulaba todo. Afirmaba tener encuentros con Cristo, que le mandaba regalos del cielo, como anillos de piedras preciosas, e incluso cartas firmadas por la Virgen María.
Además, Sor María Luisa, pasaba las horas en su dormitorio con el padre confesor del convento, los viernes servían carne y mantenían en secreto el culto a su fundadora. Aterrada, la princesa se lo contó todo al segundo confesor del convento, pero este formaba parte del culto y le dijo que todo era un engaño del demonio y que no pasaba nada fuera de lo normal.
Decidió acabar con ella…
Tras confesar, Sor María Luisa aseguró tener visiones sobre la muerte de la princesa y poco después ésta cayó enferma. Creía que la estaban envenenando y evitaba probar nada. Gracias a un familiar, consiguió salir de allí.
A partir de la denuncia de la princesa, empezaron a investigar e hicieron un seguimiento durante cinco años, en el que padres y novatos confesaron haber pasado por la cama de la monja, justificándose de que todo había sido culpa del diablo.
Lograron descubrir falsas revelaciones, abuso sexual sistemático y casos de envenenamiento. De hecho, la propia Sor María Luisa confesó haber planeado el envenenamiento de la princesa. Fue declarada culpable y aislada en un convento lejano.
…pero no lo consiguió
La princesa fundó su propio convento y se convirtió en una monja benedicta distinguida. ¿Conocías esta historia? Compártela con tus amigos.