Hay muchas cosas que puedes conocer sobre una persona simplemente mirando a su rostro. Puedes identificar su estado anímico, si ha dormido bien o incluso si está mintiendo. Sin embargo, un nuevo estudio afirma que también podemos saber una cosa mucho más curiosa: su impulso sexual.
El impulso sexual es un tipo de atracción que las personas sienten hacia otras personas, ya sean de su mismo sexo o no. Casi todas las definiciones sobre el impulso sexual se refieren a una acción instintiva que incita a la persona hacia la conducta sexual. Está determinado por una serie de factores de carácter biológico, psicológico y social.
Para un estudio dirigido por Steven Arnocky de la Universidad Nipissing, Canadá, más de 460 personas fueron cuestionadas sobre sus parejas, sus pasatiempos y sus preferencias sexuales.
El estudio afirma que las personas que tienen una cara más corta y ancha tienden a tener un mayor impulso sexual que cualquier otro tipo de rostro estudiado. Al parecer, los investigadores relacionan este fenómeno a las variaciones que experimentan los niveles de testosterona durante la pubertad, cambios que dan lugar a las diferentes formas faciales.
Curiosamente, no todas las características relacionadas con las personas de rostro amplio fueron positivas. Los investigadores también afirman que los hombres con caras anchas y mandíbulas cuadradas tienden a tener relaciones románticas más cortas y son más propensos a cometer una infidelidad.
Los investigadores dicen que estos hombres son percibidos como más agresivos, más dominantes, menos éticos y más atractivos para relaciones a corto plazo respecto al resto.
Este estudio debe tomarse como algo puramente anecdótico. No hay ninguna duda de que personas de todo tipo de rostros pueden tener relaciones comprometidas y satisfactorias, y por supuesto, también pueden ser infieles.
El deseo sexual puede verse afectado por la salud, la dieta y el estado mental, no está determinado por el tamaño de la mandíbula. Sin embargo, eso no quita que no sea interesante conocer cómo los niveles hormonales pueden modificar nuestro rostro y mostrar un patrón de comportamiento.