Las Pirámides de Egipto no tienen realmente 4 lados como todos pensamos hasta ahora

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La base de la Gran Pirámide de Giza es un cuadrado, ¿verdad? Bueno, no del todo. A pesar de lo que puedas pensar sobre esta antigua estructura, la Gran Pirámide es una figura de ocho lados, y no una de cuatro.

Cada una de las cuatro caras está compuesta por dos planos definidos por una ligera pendiente hacia el centro. Se cree que este descubrimiento fue realizado en 1940 por un piloto de la Fuerza Aérea Británica llamado P. Groves mientras volaba sobre la pirámide.

Vista desde cualquier posición de tierra o distancia, esta concavidad es prácticamente imperceptible a simple vista. El vaciamiento se puede notar solo desde el aire, y solo durante los equinoccios. Esto explica por qué prácticamente todas las fotografías de la Gran Pirámide no muestran su verdadera geometría, y por qué la concavidad nunca se descubrió hasta la era de la aviación.

Los lados reales de la Gran Pirámide de Egipto

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Esta característica y su orientación hacia el Norte geográfico genera en las caras norte y sur un fenómeno de proyección de sombras durante los equinoccios. Hacia el amanecer, la mitad oeste de las caras norte y sur es iluminada por los rayos del Sol durante unos minutos, mientras la mitad este permanece en sombras.

Hacia el ocaso ocurre al contrario, quedando iluminada la mitad este de las caras norte y sur, mientras la mitad oeste queda en sombras. Es el denominado efecto relámpago, ya que en el momento de iluminarse una de las «semicaras» se produce una especie de «flash».

La pregunta ahora es, ¿esa geometría tan característica cumple alguna función o es mera casualidad? Existen diferentes opiniones ante este dilema, pero lo que está claro es que solo la «Gran Pirámide» presenta esta peculiaridad.

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El propósito de la concavidad de las Grandes Pirámides sigue siendo un misterio y no se ha ofrecido ninguna explicación satisfactoria para esta característica. La sangría es tan leve que cualquier función práctica es difícil de imaginar a menos que sea la de resaltar el día de los equinoccios.

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Y por qué no decirlo, el famoso efecto relámpago pierde interés si no marca ni sirve de anuncio a los equinoccios, desmoronando las atrevidas teorías que dotaban a los antiguos egipcios de un extraordinario control del tiempo y del espacio, del cielo y de la tierra, y del sol y de las estrellas.

Sin embargo, esto solo plantea preguntas más interesantes con respecto a nuestro pasado. ¿Cómo una civilización supuestamente ‘no tan avanzada‘ como nosotros construyó con tanta precisión una concavidad que solo se ve desde el aire y en los equinoccios?

Una vez más la cultura egipcia sigue asombrándonos y descubriéndonos misterios que ni si quiera a día de hoy somos capaces de resolver.

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