La dislexia funciona no de la hasta ahora creía forma realmente

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Como conocerás, la dislexia es una condición que dificulta la lectura, la escritura y, algunas veces, el habla. Esto se debe a que al cerebro de los disléxicos le cuesta reconocer o procesar cierto tipo de información.

Algunas personas con dislexia no tienen problemas pronunciando o «decodificando» las palabras, pero podrían tener dificultades a la hora de entender lo que leen. Sin embargo, la dislexia no tiene que ver sólo con ciertos problemas de lectura o lenguaje. Se trata de algo más fundamental que afecta a cómo se adapta el cerebro a la que información que acaba de observar.

Al parecer, dos estudios que utilizaron técnicas diferentes, y midieron las actividad cerebral de personas mientras desarrollaban tareas diferentes, llegaron a la misma conclusión: los cerebros de los disléxicos no terminan de adaptarse a estímulos repetidos como palabras habladas, notas musicales o rostros humanos.

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Investigadores de la Universidad Hebrea de Israel e investigadores del MIT encontraron que las personas que sufren dislexia olvidan más rápidamente los acontecimientos recientes. Este tipo de memoria se llama memoria incidental o implícita, e incluye aquello que recordamos sin intención de recordarlo.

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Debido a la rapidez con la que la memoria implícita se desvanece, los cerebros de los disléxicos no se adaptan convenientemente después de leer o escuchar algo repetidamente, lo que quizás hace que sea más difícil para sus cerebros procesar las palabras que leen.

El cerebro suele ayudarse de la repetición para relacionar un estímulo nuevo con otro que ya ha experimentado, como una nota que ha escuchado antes o una cara que vio en otro tiempo. Los investigadores conocen este hecho después de medir la respuesta cerebral de algunas personas mediante electroencefalografías (EEG), una forma no invasiva de medir la actividad eléctrica en el cerebro mediante la colocación de electrodos en el cuero cabelludo.

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Los datos obtenidos por las pruebas EEG muestran cómo la actividad eléctrica ante un estímulo disminuye cuando ya lo ha experimentado anteriormente. El cerebro se vuelve más eficiente con la repetición: si por ejemplo escuchamos una nota de música conocida, no tenemos que esforzarnos tanto para capturar todos sus detalles.

Es un poco como cuando ves un animal de cuatro patas y reconoces enseguida que es un perro sin tener que buscar todas las características que lo hacen ser un perro. Nuestro cerebro es eficiente a la hora de reconocer la figura de estos animales porque ya los ha visto antes.

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En el estudio de la Universidad Hebrea, dirigido por Merav Ahissar, los investigadores sometieron a los participantes a un ejercicio musical. Para el mismo, los investigadores tocaron dos notas diferentes y preguntaron cuál era más aguda.

Investigaciones anteriores habían encontrado que los participantes puntúan mejor en este ejercicio cuando una de las notas es conocida porque la han oído recientemente. Sin embargo, Ahissar encontró que las personas con dislexia no se beneficiaron de la repetición como el resto de individuos.

El recuerdo de una nota que podría servirles de ayuda desaparecía si pasaban 9 segundos. Por otra parte, el equipo de Ahissar también pudo comprobar que las respuestas cerebrales de las personas disléxicas no disminuían como sucedería normalmente.

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La repetición de estímulos no hacían sus cerebros más eficientes, eran menos adaptables.

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El estudio realizado por los investigadores del MIT y dirigido por John Gabrieli, encontró resultados similares a través de un experimento diferente. Gabrieli utilizó la resonancia magnética funcional (IRMf) para medir la actividad cerebral de las personas mediante la cuantificación de los cambios del flujo sanguíneo de sus cerebros.

En lugar de pedir a la gente que clasificasen notas musicales, el equipo de Gabrieli simplemente les presentó elementos repetidos como palabras habladas, palabras escritas, rostros y objetos comunes como mesas o sillas. Durante esta tarea, la actividad neural de las personas disléxicas demostró de nuevo una menor adaptación.

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«Resultó toda una sorpresa, ya que las personas que sufren trastornos de lectura no suelen mostrar problemas a la hora de reconocer caras u objetos», comentaba Gabrieli. Este hecho ha levantado cierta curiosidad en los investigadores que desean comprobar ver si los efectos de la dislexia sobre la plasticidad cerebral se limitan sólo a la audición y la visión, o si también se extienden a otros sentidos como el tacto y el olfato.

En conjunto, estos estudios construyen una mejor comprensión de cómo funciona la dislexia pero también plantean una nueva pregunta: ¿por qué la dislexia se nota principalmente en la lectura si afecta también a otros tipos de recuerdos?

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Una teoría es que la lectura es simplemente una tarea demasiado difícil. «Tenemos una larga historia evolutiva en nuestros cerebros para reconocer objetos o caras pero no ocurre lo mismo con la lectura», señalaba Gabrieli. «No hay un desafío más grande para la plasticidad cerebral que aprender a leer».

A lo largo de nuestra evolución, el cerebro ha conseguido crear formas redundantes de lograr lo mismo. Tal vez las personas con dislexia son mejores en el reconocimiento de caras y palabras habladas porque el cerebro tiene más vías alternas para «remediar» los problemas a la hora de ejecutar estos procesos en comparación  a la lectura.

Ambos, Ahissar y Gabrieli, están muy emocionados de que esta investigación abra nuevas formas de estudiar, y quizás algún día, tratar la dislexia. «Al considerar que la dislexia era una condición que únicamente afectaba a la lectura y el lenguaje no podíamos estudiarlo en animales», decía Ahissar.

Sin embargo, si es un problema de la plasticidad cerebral sí que podemos, de hecho, la plasticidad ha sido ampliamente estudiada en animales, y contamos con numerosos neurocientíficos que saben mucho sobre ella.

Algún día incluso podría ser posible desarrollar medicamentos para tratar la dislexia mediante la mejora de la plasticidad cerebral.

«No podemos imaginar desarrollar un medicamento que mejore el lenguaje directamente, eso es demasiado complicado», señalan, «pero la plasticidad cerebral es algo en lo que los neurocientíficos están haciendo progresos increíbles».

Fuente: Mentalfloss, Elifesciences, Neuron
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