El Punto P, la zona del cuerpo que a los hombres les da vergüenza admitir que les da placer

Todavía a día de hoy existen muchísimos prejuicios sexuales que nos impiden hablar abiertamente de ciertos. Entre ellos, la experimentación con el ‘punto P‘.

El ‘Punto P’ se encuentra en esa zona cercana a la próstata que resulta infranqueable para muchos hombres (por considerarse propio de los  homosexuales), que no se lanzan a descubrir qué clase de placeres puede brindarle su propio cuerpo.

Lo cierto es que no es más que otra forma de alcanzar el placer sexual, con el beneficio de que incluso puede ser más increíble y mejor del que ya conoces. Se trata de una experiencia tan abrumadora que incluso un equipo de científicos de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) se ha animado a estudiarla e identificarla de una vez por todas.

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Después de analizar numerosos artículos y estudios realizados sobre la próstata, el doctor Roy Levin concluyó que todavía queda mucho para que podamos comprender cómo funciona el placer que puede proporcionar esta curiosa parte de la anatomía masculina.

Prácticamente así lo describió en un artículo del último número de la revista especializada Clinical Anatomy. «El estudio científico del orgasmo siempre ha sido desafiante», escribe Levin. «Aquellos inducidos por la estimulación de la próstata han sido ignorados. Acabamos de comenzar el viaje en su camino de descubrimiento», concluye.

Según el experto, a pesar de que la estimulación de la próstata puede producir orgasmos más placenteros que los conseguidos por la estimulación del pene, la información que hay al respecto únicamente se basa en anécdotas.

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No se trata de un tema que carezca de interés, solo hace falta indagar un poco en internet para comprobar que hay cientos de miles de resultados al respecto.

Por eso resulta curioso que, a pesar de que se sepa cómo funciona la próstata en su papel reproductivo, se conozca el cáncer de próstata y otras dolencias al respecto, ¿por qué no existen estudios sobre el mecanismo del placer de esta? Según describe Levin, «posiblemente porque implica la necesidad de realizar una inserción rectal y de estimulación«.

Por suerte o por desgracia, en muchas ocasiones la ciencia es un reflejo de los valores de la sociedad que la acoge, y lamentablemente, esta es una de las ocasiones en las que ejemplifica el lastre que nos produce nuestros prejuicios sexuales.

Ya es hora de que nos deshagamos de los perjuicios que rodean a la penetración anal masculina de los hombres heterosexuales para que todos podamos disfrutar, todavía más, de una sexualidad sana y sin complejos.

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