8 Repugnantes y desconocidos datos que muestran la cara más oscura y oculta del Antiguo Egipto

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A menudo, cuando pensamos en el Antiguo Egipto a todos se nos viene a la cabeza la imagen de una civilización rica y esplendorosa, pero sobre todo, muy desarrollada y culta.

Tanto es así que aún en nuestros días nos seguimos sorprendiendo con las construcciones y artefactos que hallamos o que se mantienen en pie. Sin embargo, como dice el dicho: no es oro todo lo que reluce.

Esta es la cara más oscura del Antiguo Egipto

1- Los métodos anticonceptivos eran bastante repugnantes

David Havel/Shutterstock

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A pesar de que los métodos anticonceptivos ideados por los egipcios demuestran su interés por el entendimiento de la medicina y pueden considerarse innovaciones realmente impresionantes si pensamos en la época en las que aparecieron, es imposible obviar que todas ellos resultaban bastante repugnantes y poco efectivos.

Lo cierto es que los egipcios fueron bastante prolíficos en este campo, había métodos anticonceptivos para todos los gustos. Para las mujeres estaba la opción de embadurnarse la vagina con miel y raíz de acacia u optar por un estupendo mejunje realizado a partir de leche de burra y heces de cocodrilo.

Los hombres no se libraban y también tenían que disfrutar de los «adelantos» de la medicina. Si no querían tener más descendencia, los barones debían frotarse una cebolla sobre el prepucio.

2- Pensaban que los hombres también menstruaban

Choksawatdikorn/Shutterstock

Teniendo en cuenta los métodos anticonceptivos que utilizaban, no es de extrañar que la sociedad enfermase constantemente. La esquistosomiasis en particular fue una de las enfermedades más extendidas en aquel tiempo. Esta dolencia causada por la infección de gusanos parasitarios provocaba sangrado en la orina y las heces. A parecer, resultaba tan común padecer esquistosomiasis que los egipcios llegaron a pensar que no se trataba de ninguna enfermedad.

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De hecho, sufrían esta enfermedad tan a menudo que pensaban que se trataba simple y llanamente de una especie de menstruación masculina, por lo que la tomaron como parte natural del desarrollo del hombre.

Orinar sangre incluso se consideró como un símbolo de fertilidad entre los hombres. Así es amigos, los egipcios pensaban que estaban listos para engendrar una familia cuando en realidad estaban infectados de gusanos.

3- Tutankamon fue enterrado con una erección

Jaroslav Moravcik/Shutterstock

Aunque existen cientos de escritos que recogen el descubrimiento de la tumba intacta del faraón Tutankamon por parte de Howard Carter, en muy pocos se menciona que, además de encontrar una sala repleta de tesoros y reliquias que ningún historiador había visto antes, Carter también encontró una momia excitada.

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Nadie sabe exactamente cómo, ni por qué, pero lo cierto es que Tutankamon es el único gobernante egipcio encontrado hasta ahora que ha sido momificado con el pene erecto.

Hay muchas teorías que explican por qué el faraón decidió ser momificado con una erección. Una de las teorías sostiene que el pene erecto podría no ser suyo y que sus embalsamadores cambiaron su miembro real por el de un donante más contundente para ocultar algún tipo de vergüenza.

4- Dejaban que los cadáveres de las mujeres se pudriesen para evitar la necrofilia

Dmytro Buianskyi/Shutterstock

Cuando un hombre moría en Egipto, el embalsamamiento era prácticamente inmediato. Las mujeres, por el contrario, debían someterse a otro proceso diferente.

Por ley, las mujeres hermosas y poderosas no eran embalsamadas hasta que habían pasado unos cuatro o cinco días después de su muerte. Con este comportamiento se intentaba evitar que los embalsamadores decidiesen sobrepasarse con la fallecida.

Por desgracia, este comportamiento no se originó por pura desconfianza, fue algo que los egipcios aprendieron de la forma más dura. Resulta que un embalsamador encargado de momificar a una fallecida de la realeza fue pillado en pleno acto por un compañero de trabajo.

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Después de aquel hecho, los gobernantes egipcios nunca más volvieron a confiar en el respeto de sus súbditos hacia sus mujeres, ni si quiera cuando éstas habían fallecido.

5- Los egipcios tomaban laxantes tres veces al mes

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Al parecer, a la realeza egipcia le preocupaba enormemente las consecuencias de comer en exceso, podrían estar gordos, pero eso no quiere decir que les gustase. Esa preocupación extrema por la estética los llevó a hacer verdaderas barbaridades.

La mayoría de los egipcios tomaban laxantes creados a partir de aceite de ricino tres veces al mes para así pasar el resto del día en el inodoro. No había un problema que no se pudiese arreglar con laxantes, incluso la diarrea se trataba con laxantes. Por lo que parece, la idea era sacar la enfermedad del cuerpo a la fuerza.

6- Los piojos eran tan comunes que la gente decidió raparse como norma habitual

Lightspring/Shutterstock

Sabemos que la mayoría de los egipcios se afeitaban la cabeza gracias a las imágenes y registros que realizaron personas que procedían de otros países y se sorprendieron al ver lo poco habitual que era el pelo largo entre el pueblo egipcio.

Según los historiadores, durante aquella época había tantos piojos que la forma más efectiva de combatirlos era directamente rapándose la cabeza. Aunque sí que tenían cierto remedios contra los piojos, no resultaban verdaderamente efectivos o simplemente no merecía la pena porque volvían a infectarse en pocos días.

Por lo general, las mujeres que se afeitaban la cabeza utilizaban pelucas que podían desechar cuando quisiesen, aunque también había a quienes no les importaba ir rasurada de pies a cabeza.

7-  Pruebas de fertilidad egipcias bastante dudosas

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Como ya hemos podido comprobar, el tema de la natalidad y la fertilidad era algo que interesaba especialmente a los egipcios. Lo cierto es que durante aquella época se realizaban algunas prácticas para probar la fertilidad bastante avanzadas para su tiempo aunque también bastante extrañas.

Para comprobar su fertilidad, algunos médicos embadurnaban por completo a la mujer en aceite y le pedían que permaneciese tumbada hasta la mañana siguiente. Si ella amanecía «fresca y buena», dictaminaban que era fértil.

Otros «expertos» hacían algo un poco más extraño. El especialista introducía un diente de ajo o una cebolla dentro de la vagina de la mujer. A la mañana siguiente, este olía su aliento para sacar sus conclusiones. Al parecer se tenía la creencia de que todos los orificios de la mujer estaban conectados y que la boca estaba conectada de alguna forma con la vagina.

Si el médico olía a ajo, entonces quería decir que los conductos estaban limpios y que la mujer era fértil. Si por el contrario el médico no percibía el aroma deseado, los conductos estaban bloqueados y la mujer no podía dar a luz.

8- Las mujeres egipcias eran habitualmente humilladas desde los barcos

leoks/Shutterstock

Aunque muchas mujeres se sienten ofendidas cuando un hombre les silba o les grita un comentario inapropiado, ninguna de estas prácticas es nada en comparación a todo lo que tuvieron que sufrir las mujeres del Antiguo Egipto.

Según el historiador griego Heródodo, quien participó en una reunión religiosa egipcia profundamente sagrada y espiritual, el carácter solemne de la reunión no impedía a los hombres que navegaban de camino al lugar de encuentro gritar y abusar de las mujeres que iban encontrando a su paso.

No cabe duda de que el pueblo egipcio formó parte de una de las civilizaciones más espectaculares de la historia de la humanidad, sin embargo, eso no quiere decir que no tuviesen una serie de defectos que deberíamos conocer.

Fuente: Listverse
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