Aunque todavía muchos piensen que se trata de un mito, el squirt o eyaculación femenina, es totalmente real. El término es muy reciente, concretamente desde el 2001, cuando se descubrió la próstata femenina, que hasta entonces se había confundido con el Punto G.
¿Qué es el squirt?
Se trata de la propulsión de líquido eyaculatorio tras una adecuada estimulación de la próstata. Alrededor de esta, se encuentran las glándulas Skene, encargadas de producir ese tipo de fluido. Estas contienen canales que transportan la eyaculación por medio de la uretra, por lo que es común confundirlo con la orina. Sin embargo, no tiene nada que ver.
Cuatro pasos para conseguirlo
Ahora que ya sabemos en qué consiste, solo tenemos que saber qué hay que hacer para conseguirlo. Con estos sencillos consejos, lo alcanzarás seguro.
Primer paso
El primer paso es buscar un lugar cómodo, donde no puedas ser interrumpida y donde puedas relajarte y liberar toda la tensión de tu cuerpo.
Segundo paso
Encuentra tu punto G. Está dentro de la vagina. Es la única zona interior que no es totalmente lisa, más bien rugosa, por lo que podrás reconocerlo con más facilidad.
Tercer paso
Tómate tu tiempo, explora y estimúlalo lentamente, usando la lubricación necesaria para que la sensación sea placentera. Notarás que a medida que lo vas estimulando, se llena de sangre y se va haciendo más grande.
Cuarto paso
Escucha a tu cuerpo, pon atención a lo que vas sintiendo y adapta la presión a lo que más te guste. Si te dejas llevar por las sensaciones, es solo cuestión de tiempo y práctica hasta que consigas alcanzarlo.
¿No es mucho más fácil de lo que imaginabas? Si la primera vez que lo intentas no lo consigues, no desesperes, ten paciencia y sigue practicando, al final llegarás.